Se ha comprobado que las plantas tienen la habilidad de transmitir su experiencia a las generaciones posteriores, a través de la epigenética: así es como la naturaleza evoluciona y se adapta, sin necesidad de ingeniería genética.
Por Sergio Dabdoub*
En 1942, el biólogo del desarrollo y embriólogo Conrad Hal Waddington acuñó el término “epigenética” para definir el estudio de los factores que interactúan entre los genes y sus productos, que determinan el fenotipo. El fenotipo es la manifestación visible del genotipo en un determinado ambiente.
La epigenética estudia los cambios en la expresión y función del gen por factores ambientales, sin alteraciones en la secuencia del ADN, que afectan sólo al fenotipo y no al genotipo, pudiendo ser reversibles y heredables.
En los seres humanos los estados epigenéticos son determinantes en la patogénesis de enfermedades como afecciones cardiovasculares, metabólicas, obesidad, autoinmunes, inflamatorias, cáncer e incluso, el proceso de envejecimiento.
Lo anterior puede explicarse de forma resumida en una frase que aprendí en un curso con John Kempf, emprendedor, conferencista y fundador de Advancing Eco Agriculture: el ambiente determina la expresión genética.
Al principio no le encontraba sentido a la frase y no dejaba de pensar en ella, al punto que se convirtió en un mantra. La recordaba porque fue la frase más repetida por Kempf durante un seminario de dos días.
Recordé un video de Bob Proctor, especialista en el estudio del potencial humano. Él explicaba que cuando lees un buen libro por segunda vez, descubres cosas que no viste en la primera, porque observas algo en ti, que tampoco estaba antes.
Esto me hizo regresar a Kempf, porque entendí que a veces es necesario “reeducarnos” respecto a lo que ya sabemos para entender que, en ocasiones, las soluciones no están en el camino que creemos pueden estar.
Entendí –con base en la frase de John Kempf– que las enfermedades debemos verlas como indicadores de que algo no está bien porque existen las condiciones que para que se desarrollen ciertos patógenos. Para mi, un patógeno es un indicador de una enfermedad que se va a presentar cada vez que existan las condiciones para ello.
Esto se aplica en la agricultura; por ejemplo, si aplicamos a los cultivos grandes cantidades de productos como fertilizantes, fungicidas, herbicidas, insecticidas, entre otros agroquímicos, llegará un momento en el que el ambiente estará tan alterado que se va a manifestar mediante enfermedades.
En ese contexto, “atacamos” la enfermedad, en lugar de atenderla como un indicador de que algo está mal porque estamos creando las condiciones para que ésta se manifieste, al provocar situaciones como compactación y salinidad de la tierra, que es resultado del abuso en fertilizantes, lo que a su vez disminuye el carbono en los suelos.
Como agricultores, podemos evitar que nuestras plantas se enfermen mediante la prevención de escenarios posibles, observando más a la naturaleza –incluyendo los “enemigos naturales”– y los factores necesarios para que estén en equilibrio, para entender cómo trabaja y aprender a estimularla en lugar de atacarla.
*Fundador y director general de Novedades Agrícolas DASALee el artículo completo en la última edición de Agro Orgánico. También puedes descargarla totalmente gratis en: https://agroorganico.info/wp-content/uploads/2023/04/38_Agro_Organico.pdf