En opinión del director de Biofábrica Siglo XXI, Marcel Morales Ibarra, regalar fertilizantes químicos no es una solución y podrías ser un sinsentido
Redacción Agro Orgánico
México. – La crisis del transporte marítimo de mercancías tiene un impacto en la disponibilidad y precio de los fertilizantes, lo cual pone en jaque el abasto internacional de alimentos y eleva el costo de este insumo agrícola a precios o niveles insospechados en un corto periodo, señaló el director de Biofábrica Siglo XXI, Marcel Morales Ibarra.
En opinión del experto en biofertilización, la dependencia del fertilizante químico y su precio en constante ascenso compromete la capacidad de producción de los alimentos, que se verá seriamente disminuida en el corto y mediano plazo, tanto en su disponibilidad como en el incremento de su costo.
Al respecto, Biofábrica Siglo XXI recordó que el amoniaco anhidrido, por ejemplo, que a principio de año tenía un precio del orden de 8 mil pesos toneladas hoy está en 18 mil pesos; la urea paso del orden de 7 mil pesos a más de 14 mil; el sulfato de amonio, le cuesta al productor el triple al venderse en 17 mil pesos.
En este contexto, Morales Ibarra señaló la necesidad de que como país pensemos en dar un giro de 180 grados a la política que se está aplicando con los programas de fertilización química y abrir el pensamiento a las soluciones más ecológicas que desde hace años expertos están planteando.
“Hay que decirlo, y decirlo fuerte, el programa de fertilización que demanda el país, y el conjunto del planeta, no es el de andar regalando fertilizantes químicos, aún cuando este regalo se destine a pequeños productores, como los programas gubernamentales que se hacían hace 50 años, cuando había que difundir su uso, como una importante innovación tecnológica.
El programa de fertilización que se requiere –dijo– es precisamente impulsar alternativas al uso de estos fertilizantes que se regalan y que ya han causado un gran daño al ambiente y en especial a los suelos; “alternativas que desde hace décadas existen y han demostrado en el país y en el mundo su efectividad económica, productiva y ecológica”.
Aclaró que no se trata de satanizar a los fertilizantes, sino de hacer un uso racional y responsable de ellos, ya que solo con su disminución en combinación con biofertilizantes se puede reducir el impacto ecológico y generar beneficios económicos, socioambientales y contribuir a recuperar los suelos.
Con el uso de biofertilizantes –apuntó– los resultados que se han obtenido en el campo son contundentes: es posible reducir la fertilización química del 30 hasta 70% sin demérito de la producción, incluso registrando incremento de rendimientos que van del 10 al 40%, lo que se traduce en mayor productividad y, a su vez, significa incrementos en la rentabilidad para el productor.
Además, destacó que mediante la combinación del fertilizante químico con los biofertilizantes, se logra un incremento significativa del nivel de eficiencia de los primeros, duplicando o hasta triplicando su utilización por la planta, pasando del 20-30% hasta en 80-100% de aprovechamiento del fertilizante aplicado.
Los efectos ecológicos también son positivos, porque las mejoras se registran desde el primer ciclo productivo, con efectos acumulativos importantes en las condiciones físicas, químicas y biológicas del suelo, multiplicando la diversidad y cantidad de los microorganismos benéficos, agregó Morales Ibarra.
“Esta característica da a los suelos una capacidad de importancia de primer orden frente al problema del cambio climático, ya que la recuperación de la vida microbiana permite a éstos incrementar su capacidad de secuestrar dióxido de carbono de la atmósfera e incluirlo como insumo productivo. El uso de los biofertilizantes permite disminuir las emisiones del CO2, no solo por la disminución de la fertilización química, sino que además disminuye el ya acumulado en la atmósfera”, subrayó Marcel Morales.