Las siembras han disminuido en algunas entidades; fertilizantes y semillas tienen un alza y no llegan a tiempo por retrasos logísticos

Redacción Agro Orgánico

México. – La emergencia sanitaria y económica derivada de la COVID-19 también tiene un “efecto sistémico” sobre la producción y el abasto de alimentos: las siembras han disminuido en algunas entidades; fertilizantes y semillas tienen un alza y no llegan a tiempo por retrasos logísticos; y el crédito al campo no fluye y observa un retroceso respecto al año pasado, advirtió el experto en temas de desarrollo rural y director de Biofábrica Siglo XXI Marcel Morales Ibarra.

El especialista señaló que el ciclo primavera-verano quedó atrapado en medio de la emergencia sanitaria; en los trabajos agrícolas se han ralentizado las tareas de siembra, que observa una reducción en algunas entidades del 30 al 40% en superficie cultivada.

Además –agregó– hay un impacto en el costo y abasto de insumo como fertilizantes y semillas, que durante un periodo de tres meses sólo por efecto de la devaluación del peso impacta en 30%, con la agravante de que su distribución es lenta; el problema no sólo es que su precio se ha incrementado sino el poder disponer de ellos, ya que existen problemas de logística, porque los envíos registran meses de retraso.

Respecto a los fertilizantes, Morales Ibarra, recordó que en que cada periodo de siembra en México se requieren cercade 3 millones de toneladas procedentes del exterior, las cuales hay que movilizar desde países asiáticos, recibir y descargar los barcos; “es un proceso dilatado y este insumo requiere aplicarse en fechas muy rigurosas para la planta; no se puede usar ‘cuando llegue’”, apuntó.

Por ello, tras el retraso internacional de mercancías debido a la COVID-19, mucha de la superficie que se logró sembrar en México no contó con el fertilizante requerido, lo que se traducirá en una significativa disminución de los rendimientos a obtener por hectárea y en menor producción.

Al referirse a los costos derivados de la pandemia, Marcel Morales manifestó que para en el agro se estima afecte 20% de los 14 millones que el sector genera –según el CNA— y se prevé serán más graves, sobre todo en los sectores más vulnerables.

Asimismo, señaló que a casi tres meses desde el inicio del ciclo primavera-verano en condiciones de contingencia hay problemas que se traducen en una disminución de la superficie sembrada respecto a años anteriores.

Por ejemplo, para el primavera-verano, al mes de abril Tamaulipas registra una superficie de siembra de 107,336 hectáreas (has) contra 159,243 del ciclo anterior, una reducción del 32.6%; Baja California sur, 3,934 versus 5,552 has, es decir, 29.1% menor; San Luis Potosí, 16,516 contra 21,913 has, una caída del 24.6%; Sonora de 51,985 contra 57,485 has, menor en 9.57%; Campeche 14,574 contra 13,497 has, menos 7.98%; Tabasco 38,143 vs 35,664, menos 6.9%; la situación más dramática la tiene Hidalgo con 21,565 contra 53,803 has, es decir 59.9%, en relación con el ciclo anterior.

Frente a este escenario –apuntó Morales Ibarra– no es aventurado predecir un desplome de la producción de alimentos para este año, además, esto traerá un descontrolado incremento en los precios, no solo en el país, sino a nivel internacional.

En este contexto, el especialista propuso como una opción inmediata ofrecer a los productores insumos de más bajo costo, nutrientes orgánicos y biológicos, como compostas y biofertilizantes; crear condiciones para que la superfice que todavía tiene opción de sembrar en el mes de junio, cuente con un esquema ágil y eficiente de crédito y otros apoyos que aceleren la siembra en la mayor superficie posible.

Finalmente, destacó no postergar el tránsito a otro modelo de producción agrícola, que permita mayores incrementos en al rentabilidad, pero sobre todo, de la sustentabilidad de la producción.

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