A partir del estallido social, y luego con la llegada de la pandemia, una familia chilena se decidió a enfocar sus esfuerzos en la producción de huevos bajo el concepto de las gallinas felices

Chile. – El medio chileno Grupo Diario Sur está publicando una serie de casos ejemplares de emprendedores que innovaron y se están adaptando a la nueva realidad en el contexto de la emergencia sanitaria. La serie se denomina «Resistiré, emprendedores que no se rinden».

Boris Mauricio Pérez Martínez, 53 años, es de profesión biólogo marino, sin embargo hoy es parte de una sociedad que lo mantiene alejado de su quehacer profesional, y se encuentra impulsando un emprendimiento familiar que es el restaurant “La Finca del Ranco”, ubicada en el sector Piedra Mesa con una privilegiada vista panorámica hacia la cuenca del lago Ranco.

El restaurant se especializa en carnes, comidas típicas de la región, pastelería, entre otros, y actualmente a agregado a su oferta una nueva iniciativa; los huevos de gallinas felices.

En el mismo predio de la familia, se reacondicionaron las instalaciones de una vieja lechería para sostener la crianza de gallinas apostando por lo orgánico y natural.

Avícola

A partir del estallido social, y luego con la llegada de la pandemia, la familia se decidió a enfocar sus esfuerzos en la producción de huevos bajo el concepto de las gallinas felices, además “gracias a la adquisición de una moderna incubadora, prontamente tendremos pollitas y pollos para la venta”, indica Boris Pérez.

El emprendedor reveló que esta idea nació de la lectura que hizo de las actuales condiciones del clima, cuyos cambios ahora permiten tener un ambiente acorde para la generación del negocio avícola en la zona, y se abastecen con huevos de reconocidos productores establecidos para obtener gallinas ponedoras de calidad.

Hoy, las proyecciones de venta apuntan a vender de 400 a 500 huevos diarios, lo que puede aumentar al doble con la llegada de la incubadora. “Una gallina puede generar hasta 300 huevos en su ciclo de ponedora”, señala Boris.

La comercialización del producto ya cubrió su primera etapa llegando a una demanda que puede catalogarse como especializada, como las pastelerías, restaurantes y hoteles, que aprecian la calidad de un huevo por sus características de tamaño, sabor, color, entre otros, y también los turistas que valoran este producto que es más natural.

Con información de: Diario Futrono

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